La Caricatura.
¿Que es la caricatura?
La caricatura, retrato, u otra representación, que
exagera los rasgos físicos o faciales, o bien el comportamiento, la vestimenta o
los modales característicos de un individuo, con el fin de producir un efecto
grotesco. La caricatura (del italiano caricare, ‘cargar’, ‘exagerar’)
puede ser también el medio de ridiculizar situaciones e instituciones políticas,
sociales o religiosas, y los actos de grupos o clases sociales. En este caso,
suele tener una intención satírica más que humorística, con el fin de alentar el
cambio político o social. La forma más común de las caricaturas políticas y
sociales es la viñeta. Si bien el término caricatura es extensible a las
exageraciones por medio de la descripción verbal, su uso queda generalmente
restringido a las representaciones gráficas. En América Latina se denomina
también caricatura a los cortometrajes de dibujos animados.
La caricatura, en su sentido moderno, nació en
Bolonia a finales del siglo XVI, en la escuela de arte fundada por una familia
de pintores, los Carracci. Los estudiantes de esta academia se
divertían haciendo retratos de los visitantes bajo la apariencia de animales u
objetos inanimados. El grabador Pier Leone Ghezzi, que trabajaba en Roma,
continuó esa tradición y, por un módico precio, caricaturizaba a los turistas.
Lo que estos artistas italianos hacían eran retratos humorísticos
para uso privado y casi nunca resultaban satíricos o maliciosos.
Fiesta
Este cuadro del pintor Theo
L´Herminez, del año 1986, caricaturiza los gestos y las actitudes de los
participantes de una fiesta, acentuando los estereotipos propios de la
solemnidad y la convención social. La caricatura es, en este caso, una variante
de la ironía, ya que las expresiones no son, precisamente,
"festivas".
La caricatura en Europa:
La caricatura política de amplia difusión nació en Inglaterra a mediados del
siglo XVIII. Uno de los primeros artistas que caricaturizó a personajes
conocidos fue George Townshend, que distribuía folletos con sus dibujos
impresos. El pintor y grabador William Hogarth, quizá el mayor
autor de sátiras inglés, caricaturizaba lo absurdo de las costumbres sociales y
la corrupción moral de los londinenses de su época. Entre 1761 y 1770, los
artistas hallaron en publicaciones como The Town and Country Magazine,
The Political Register y The Universal Museum, un nuevo medio para
satirizar a las personalidades más destacadas, así como las decisiones
políticas. Los caricaturistas más importantes fueron el grabador Thomas
Rowlandson, que ridiculizaba el irrisorio comportamiento de aristócratas y
pedantes; el ilustrador James Gillray, que representaba de forma
cómica a los personajes públicos de su tiempo con trajes fantásticos y cabezas
enormes; y el grabador George Cruikshank, que extendió sus sátiras a todas las
clases e instituciones de la vida inglesa.
El semanario humorístico Punch, fundado en 1841, llegó a ser una de las publicaciones más conocidas del mundo en el campo de la caricatura, sobre todo por sus bromas contra la familia real inglesa. Entre sus colaboradores estaban George du Maurier, que satirizaba la vida social elegante de las clases media y alta; John Leech, que pormenorizaba la carrera de los hombres de estado más notables de su tiempo; y John Tenniel, cuyos cartones eran una crónica de los acontecimientos internacionales de la época. Después de 1868, la revista Vanity Fair presentó caricaturas litográficas en color de personalidades importantes, destacando las de Leslie Ward, que utilizaba el seudónimo de Spy. Entre los caricaturistas destacados de finales del siglo XIX y principios del XX, se encontraban Max Beerbohm, especializado en personajes sociales y literarios, y David Low, que a través de sus caricaturas ejerció una gran influencia como comentarista político. A finales del siglo XX, el principal mercado de la caricatura política en Inglaterra fueron los diarios y la revista satírica Private Eye, y su mayor exponente Gerald Scarfe.
También en Francia, el arte de la caricatura política empezó a florecer a principios del siglo XVIII. Numerosos libros y revistas vieron la luz entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, sobre todo durante el periodo revolucionario (1789-1792). El periodista francés Charles Philipon hizo de la caricatura una parte importante de la vida política a través de sus revistas satíricas La Caricature (fundada en 1830), Le Charivari (1832) y Le Journal pour rire (1848); entre sus colaboradores se contaban Honoré Daumier, Gustave Doré y Gavarni. Daumier, el más famoso del grupo, fue encarcelado por su cáustica caricatura del rey Luis Felipe I de Orleans. Entre los caricaturistas franceses que ejercieron más tarde gran influencia están Henri de Toulouse-Lautrec, que satirizó a los clientes asiduos al teatro y a las variedades, y Jean-Louis Forain, que destacó por sus ataques al sistema judicial francés.
Esta litografía de Honoré Daumier es una caricatura de la clase alta,
blanco frecuente de las sátiras del artista. La obra está dibujada con trazo rápido y espontáneo,
y fue creada para la revista La caricature, de la que era colaborador.
El semanario humorístico Punch, fundado en 1841, llegó a ser una de las publicaciones más conocidas del mundo en el campo de la caricatura, sobre todo por sus bromas contra la familia real inglesa. Entre sus colaboradores estaban George du Maurier, que satirizaba la vida social elegante de las clases media y alta; John Leech, que pormenorizaba la carrera de los hombres de estado más notables de su tiempo; y John Tenniel, cuyos cartones eran una crónica de los acontecimientos internacionales de la época. Después de 1868, la revista Vanity Fair presentó caricaturas litográficas en color de personalidades importantes, destacando las de Leslie Ward, que utilizaba el seudónimo de Spy. Entre los caricaturistas destacados de finales del siglo XIX y principios del XX, se encontraban Max Beerbohm, especializado en personajes sociales y literarios, y David Low, que a través de sus caricaturas ejerció una gran influencia como comentarista político. A finales del siglo XX, el principal mercado de la caricatura política en Inglaterra fueron los diarios y la revista satírica Private Eye, y su mayor exponente Gerald Scarfe.
También en Francia, el arte de la caricatura política empezó a florecer a principios del siglo XVIII. Numerosos libros y revistas vieron la luz entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, sobre todo durante el periodo revolucionario (1789-1792). El periodista francés Charles Philipon hizo de la caricatura una parte importante de la vida política a través de sus revistas satíricas La Caricature (fundada en 1830), Le Charivari (1832) y Le Journal pour rire (1848); entre sus colaboradores se contaban Honoré Daumier, Gustave Doré y Gavarni. Daumier, el más famoso del grupo, fue encarcelado por su cáustica caricatura del rey Luis Felipe I de Orleans. Entre los caricaturistas franceses que ejercieron más tarde gran influencia están Henri de Toulouse-Lautrec, que satirizó a los clientes asiduos al teatro y a las variedades, y Jean-Louis Forain, que destacó por sus ataques al sistema judicial francés.
Max Beerbohm
El ensayista, crítico y caricaturista
inglés Max Beerbohm caricaturizó a todos sus conocidos, riéndose también de la
sociedad británica. Trabajó como crítico de teatro de la revista Saturday
Review desde 1898 hasta 1912 y publicó varias colecciones de
ensayos.
El sueño de la razón produce
monstruos (1797-1799) pertenece a Los caprichos, serie de grabados en
la que Francisco de Goya hace una sátira de la sociedad y de la Iglesia y da
rienda suelta a su fantasía. Se cree que la figura dormida es un autorretrato de
Goya.
En España, uno de los países en los que la caricatura ha alcanzado mayor calidad artística, sobresale a finales del siglo XVIII el pintor aragonés Francisco de Goya. A través de sus series Los caprichos (c. 1793-1798) y Los desastres de la guerra (1810-1814), hizo una amarga crítica de las injusticias religiosas, políticas y sociales de su época. En la primera, compuesta por 82 planchas, refleja las costumbres y los abusos de la Iglesia y en la segunda denuncia las atrocidades cometidas durante la invasión napoleónica y la guerra de la Independencia española. Pero el siglo de oro del dibujo satírico en España fue el XIX, con la aparición de una serie de publicaciones como Madrid cómico y el Semanario pintoresco español, fundado por Mesonero Romanos en Madrid, o La Campana de Gràcia y L’esquella de la Torratxa en Cataluña. Dibujantes como Francisco Ortego, Leonardo Alenza o D. Urrabieta, alcanzaron enorme popularidad gracias a sus colaboraciones en esas revistas. A principios del siglo XX apareció una nueva generación de artistas que con sus trabajos trataron de rivalizar con las publicaciones extranjeras. Entre ellos destacan Xaudaró, K-Hito y el polifacético Alfonso Rodríguez Castelao, que a través de sus pintura y dibujos denunció las injusticias sociales de su época. Después de la Guerra Civil el campo habitual del humor gráfico se vio reducido, y aparecieron una serie de dibujantes al amparo de publicaciones como La codorniz o Don José, entre los que se encontraban Mingote, Chumy Chúmez y Serafín. Durante los últimos años del régimen del general Francisco Franco, la caricatura y el humor gráfico se centraron principalmente en el tema político. En los últimos años ha surgido una nueva generación de dibujantes como Forges, Máximo, Summers y Peridis, entre otros, que han extendido su humor de las revistas especializadas a la prensa diaria y a todo tipo de publicaciones.
En otros lugares de Europa, algunos artistas
utilizaron la caricatura como un medio de crítica social. El pintor alemán del
siglo XX George Grosz destaca en este aspecto. Su famosa colección
de caricaturas titulada Ecce homo (1922) supuso un fiero ataque al
creciente militarismo vigente en Alemania a raíz de la I Guerra
Mundial. En la actualidad, Le Canard enchaîné encabeza la
caricatura política francesa.
Caricatura de Charles Darwin
Esta caricatura de Charles Darwin se
publicó en el London Sketchbook en 1874, pocos años después de la aparición de
El origen del hombre.
La caricatura en el continente americano:
Posiblemente el caricaturista político estadounidense más notable del siglo XIX
fue Thomas Nast, creador de los símbolos de los partidos Republicano y
Demócrata, el elefante y el asno, respectivamente. En ese siglo también
destacaron Joseph Keppler, fundador (en 1826) y editor del semanario humorístico
Puck, y su socio Bernhard Gillam, quienes atacaron la corrupción de los
dirigentes políticos, así como a los muchos empresarios adinerados de la época.
Caricatura política, de Thomas Nast
Caricatura política, de Thomas Nast
Thomas Nast, uno de los más famosos
caricaturistas estadounidenses, creó muchas imágenes que hoy son muy populares:
el burro demócrata, el elefante republicano y Santa Claus. Este dibujo es una
caricatura del senador por Delaware, Thomas Francis Bayard, considerado como
posible candidato a la presidencia en las elecciones de 1880 pero que nunca
llegó a ser nominado.
Calavera Catrina
La zincografía Calavera Catrina (11 × 15 cm) es uno de los miles de grabados que el artista mexicano José Guadalupe Posada realizó en la imprenta de Vanegas Arroyo sobre las vicisitudes y acontecimientos ocurridos en su país durante el mandato de Porfirio Díaz (1876-1880; 1884-1911). Como puede apreciarse en esta imagen, la caricatura y el humor negro eran los principales ingredientes de la obra de este autor.
Una de las tribunas más importantes de la sátira social de Estados Unidos en el siglo XX ha sido la revista The New Yorker, mientras que la más difundida en el ámbito internacional es Mad Magazine. Ranan Lurie, quizá el más famoso caricaturista de las últimas décadas del siglo XX, colabora, entre otros, con el semanario Time, a través de Cartoonews International Syndicate, con base en Nueva York.
Quetzalcóatl no era del PRI
El caricaturista Eduardo del Río, más
conocido como Rius, es el autor de la famosa historieta Quetzalcóatl no era
del PRI, título que hace referencia al legendario soberano de México y al
partido político que gobierna el país desde 1929. En esta viñeta, ante la
pregunta de dónde están los poetas, pintores, escultores, agricultores, actores,
generales y sacerdotes de la antigua ciudad de Teotihuacán, Quetzalcóatl
responde que quién sabe.
En México, se considera que la primera
caricatura política, ‘Tiranía’, se publicó en 1826, en el periódico El
Iris. En 1847 apareció en Mérida, Yucatán, el periódico Don
Bullebulle en donde Gabriel Vicente Gahona, alias Picheta, publicó una serie
de dibujos de tono crítico y satírico, posiblemente influido por su estancia en
Europa, en donde conoció a los principales caricaturistas franceses. En 1861 se
fundó La Orquesta, la primera publicación consagrada a la caricatura
política. Le siguieron muchas otras; entre las más notables, El Ahuizote
(1867), El Hijo del Ahuizote (1874) y Multicolor. Desde las
páginas de estas publicaciones, en las que se ejercía una crítica feroz al
poder, grandes dibujantes, como el joven Constantino Escalante, hacían gala de
su talento y de su valor civil, ya que se exponían constantemente a la
persecución de los gobernantes. Por ello, y por su enorme capacidad creativa, a
Escalante se le ha llegado a llamar el Daumier mexicano. Otro gran artista de
este género fue José Guadalupe Posada, que a través de sus grabados
populares daba cuenta de los sucesos políticos y sociales de la época. Su obra
tenía el poder y la fuerza natural del más genuino arte popular, a lo que se
sumó el innato atractivo que ejerce la muerte sobre los mexicanos. Su mayor
creación fueron las ‘calaveras’, unos esqueletos multifacéticos de los que se
servía, al igual que Goya con sus Caprichos, para dar rienda suelta a sus
conceptos críticos. Influyó notablemente en quienes llegarían a ser los grandes
muralistas mexicanos, José Clemente Orozco y Diego
Rivera. Otros caricaturistas sobresalientes han sido Miguel Covarrubias,
Antonio Arias Bernal, Abel Quesada y Eduardo del Río (Rius).
En América del Sur sobresalen el brasileño
Millor Fernándes (1923), el argentino Oski, el uruguayo Hermenegildo Sábat
(1933) y el argentino-español Joaquín Salvador Lavado (Quino),
famoso por los personajes de sus tiras cómicas y por sus cartones en los que
cuestiona los valores establecidos y la hegemonía del poder político y
económico.